Este fin de semana he recibido grandes consejos, uno de ellos es que escribiera por mero placer, sin buscar ningún otro objetivo que el disfrutar, así que que mejor coyuntura que el día contra la violencia de género para escribir sobre el amor. Para mí la violencia de género no es sólo el maltrato físico, el problema empieza cuando la mujer tiene que empezar a soportar convivir con alguien que ya no la adore como lo hacía el primer día que la enamoró. Aquí os dejo mis palabras.
SIEMPRE Y CUANDO
Siempre me
gustó el olor al suavizante que le pone tu madre a la ropa, a veces te pasas con
el perfume y no soy capaz de olerlo. Aunque el aroma de tu colonia resulta
asfixiante al principio, dejo que pasen unas horas hasta que me llega a resultar
excitante.
Siempre me gustó
la forma en que me miras, fijas tus ojos verdes sobre los míos y luego sonríes como de medio lado, disfruto cuando tu mirada no tiene mayor distracción que mi
rostro, a veces es tan penetrante que parece no desaparecer nunca, incluso
cuando estás lejos sigue ahí, justo en frente de mí. Es como si quisieras decirme
que mi mirada es toda tuya y te encuentro tan encantador… que a veces en ese
momento siento escalofríos.
Siempre me
gustó tu aire desaliñado, tu forma de llegar a casa, quitarte el abrigo y
lanzarlo sobre mí para sorprenderme. Yo suelo esconderme bajo éste esperándote
silenciosa. Tardas unos segundos (que se me hacen horas) en levantarlo para mirarme
en la oscuridad de nuestro refugio y luego besarme suavemente durante un tiempo
que se para en seco.
Siempre me
gustaron nuestras estúpidas conversaciones frente al televisor. Empezamos viendo una
película cualquiera, incluso hasta dejamos el primer canal que salga al
encender la televisión, no me da tiempo a desestimarlo porque enseguida
haces algún comentario ridículo. Sacas punta a los actores,a los personajes, a la época, la ciudad o a cualquier cosa de la película que resulta tan gracioso que yo ya solo
quiero seguir escuchando tus teorías absurdas y tus idioteces más vergonzosas.
El argumento de lo que salga en la pantalla ya no me importa, solo puedo
escuchar tu voz imitando a los actores y caracterizando a los personajes mejor
que el mismo director hubiera hecho. Me río tanto que al día siguiente no me
hace falta ir al gimnasio para tener agujetas.
Siempre me
gustó aquella manera en la que te atrevías a desvestir mi cuerpo. Solo tú conoces
cada parte de éste mejor que yo. Sabes que mis pies no soportan el frío incluso
en primavera, así que necesito meterlos bajo el edredón en cuanto me quitas las
medias. Sabes que en la cama los calcetines quedan prohibidos por ley, que
cuando me meto la camiseta del pijama por dentro es que quiero dormir, y que si
me pongo pesada solo tienes que tocarme el pelo para callarme.
Siempre me
gustaron los cafés a tu lado, y los tés y los gin tonics. Tienes una capacidad
especial para descubrir los bares más maravillosos, y los rincones más
agradables. Frente a un cappuccino te cuento mis aspiraciones, mis proyectos
soñados y en ocasiones reales, tú sonríes y me avalas en cada una de mis
aventuras. Tú me relatas miles de experiencias y anécdotas que te suceden a
menudo y así pasamos el tiempo entre sorbo y sorbo. Procuramos escaparnos en el
descanso de las doce y media y reunirnos en algún lugar entre tu oficina y la mía.
No siempre es fácil recorrer media ciudad para verte, pero merece la pena
porque sé que siempre tendrás alguna primicia para contarme. Además me consuela
saber que mi Vespa torea peatones y coches mejor que tu Mercedes, así que siempre
juego con ventaja.
Siempre
me ha gustado ser la protagonista de este sueño que ahora vivo contigo que ya
no sé si es real o no lo es, pero te quiero tanto que tengo miedo. Vivo
atemorizada por el día en que tu ropa huela a tabaco, a veces a suavizante pero
no al mío. A veces a colonia, pero no a la mía. A que tu mirada se fije
penetrante en mí como Don Elías hacía cuando hablaba con Paula en medio de la
clase de matemáticas. A que llegues a casa, te quites el abrigo y lo lances
sobre mí y a seguir en silencio, pero no esperar nada. A ver películas y
enterarme de cada una de las conversaciones de esta, y que tu permanezcas
callado y a que acabes durmiéndote en el sofá. A tener que ir al gimnasio todos
los días. A que no te des cuenta de que ya me metí la camiseta por dentro y no
me des las buenas noches acto seguido, a que evites mis pies fríos bajo el
edredón, a que te metas con calcetines en la cama, a dejar de ser esa pesada
que te contaba sus sueños de niña. A que no confíes en mis capacidades para emprender
nuevos proyectos por estúpidos que parezcan, a que no me escuches o
menosprecies mis ideas. A que no aparezcas a las 12 y media, ni a la 1.
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Los relatos y versos están bien, pero el diseño más. ! Espero que os guste ! |
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